Pues sí, no son ni flexiones ni días sin comer chocolate: son años. Hoy cumplo 36. Ya estoy oficialmente más cerca de los 40 que de los 30, y siguen gustándome las cosas monas, sigo siendo adicta al K-pop y a su imagen, sigo llevando shorts cortitos (no de esos que enseñan cachete, que me parecen de muy mal gusto), minifaldas y alguna que otra camiseta escotada y sin sujetador.
A pesar de parecer más jóven de lo que soy (todo el mundo me hecha menos de 27 y en USA todavía no se creen que sea mayor de 21), he notado algunos cambios en mi persona que me crean cierta ansiedad y descontento. El primero y el que más obsesionada me tiene son las canas. Ya hace unos años que iba teniendo alguna que otra, pero en cosa de un año, me están invadiendo. Cierto es que llevo toda la vida tiñiendome de vez en cuando, porque me aburre llevar siempre el mismo color de pelo, pero ahora teñirme se ha convertido en una necesidad. Cuando empiezo a ver esos reflejos blancos en las raíces, me pongo de los nervios y me encantaría cubrirlos en ese mismo instante, pero no puedo teñirme cada mes porque mi cuero cabelludo se irrita una barbaridad, así que tengo que esperar al menos a que pasen 6 semanas del tinte anterior para volver a teñirme y, mientras, buscar peinados con los que no se me noten esos pelillos blancos. Sé que llegará el día en que se me noten, me peine como me peine, y sólo espero que para ese entonces, mi obsesión con este tema se haya disipado.
El segundo tema de la lista es el contorno de ojos. No tengo patas de gallo pero he descubierto, a raíz de las fotos de un viaje del año pasado, que aparecen arrugas alrededor de mis ojos cuando sonrío. Nunca he usado ninguna crema para el cotorno de ojos porque mi piel es seca y las hidratantes que uso son bastante densas y también pueden aplicarse en esa zona. Las cremas especiales para el contorno de ojos siempre me han parecido una tomadura de pelo ya que contienen los mismos ingredientes que muchas cremas faciales y te cobrán un riñón por un potecito minúsculo, pero empiezo a plantearme si no necesitaría usar alguna de esas cremas o, al menos, una crema en formato normal diferente a mi hidratante y con otras propiedades para tratar la zona de alrededor de mis ojos. También he estado investigando un poco y creo que probaré el yoga facial: es gratuito (hay muchos videos en youtube con ejercicios) y, si funciona...
Y el tercer y último tema es la flacidez de los brazos. No soy deportista en absoluto, pero este último año he estado haciendo algo de ejercicio (lo mínimo), principalmente de la cintura para abajo y ahora me doy cuenta de que no debería haber descuidado la parte superior, pues me noto los brazos fofos así que, a partir de ahora, voy a tener que levantar un par de botellas de agua unas cuantas veces a la semana para tonificar los bíceps.
¿Por qué mantenerse (que no mejorar) cuesta tanto esfuerzo cuando uno se hace mayor?
En fin, a parte de todo esto, hay muchas cosas que todavía me quedan por probar y experimentar y hoy: ¡toca probar los macarons! Iba detrás de probar estas cosas desde hace meses y por fin los compré, y además, en dos sitios diferentes para poder hacer una comparativa: los de dentro de la caja son de la pastelería japonesa Takashi Ochiai (5€ por 8 macarons) y los que están en la pestaña de la caja, de la cafetería de la esquina de mi casa (3,5€ por 5 macarons).
Ganan los de Takashi Ochiai por goleada: están menos duros, tienen más relleno y saben mejor. Todos estaban buenísimos, pero me han encantado los de cookies'n cream y los de limón.
Los próximos que probaré serán los de la tienda que hay en el Boulevard Rosa. Tienen de muchos sabores y ya le tengo el ojo echado a alguno ;>
Y para terminar, la frase que me ha salido en la bolsita del té hoy: "La experiencia no se puede aprender".
♥¡Hasta pronto!♥
PD: Subiré algunas fotos de mi viaje a Venecia en mi próximo posts. ¡Ha sido un viaje estupendo y muy relajante!
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